Veintitrés de abril. Y dijo la sirena: Desliza tu barco hacia mí. Y como un niño buscando su premio, giré las velas y hacia ella fui.
Y bruscamente el aire cambió. Y tímida la lluvia empezó a caer. Y allá un trueno. Y aquí un tiburón corta el mar con su aleta. Y desesperado con aquella mirada. Subordinada mi voluntad a ella, que con la cabellera al viento me decía: ven. Me tiré al agua. Irremediablemente enamorado de esa diosa. Y alcanzando su nombre, me desperté. Y justo al mismo tiempo, el arrullo de una mujer, me dijo: Estoy aquí.
Y afronté de otra manera el mismo sueño.
Y así os lo he contado. Por ser el día del libro.
©ManuelAcostaMás