En Mi centro se llama infierno, Manuel Acosta Más defiende el ser amable por encima de todo, creando pequeños y confortables ambientes de trabajo y, ¿por qué no decirlo?, también para la vida.
Ofrece pistas sobre los entornos enfermos y cómo mejorarlos, y ahonda en las bondades y maldades del ser humano. Su libro da testimonio del aprendizaje diario en nuestros puestos de trabajo y de la lucha por apostar por la luz.
Intenso, no se oculta y se expone con vehemencia ante lo que le parece injusto, destilando ternura, sin la cual —nos dice— estaríamos perdidos.
Una lectura imprescindible para todo trabajador y ser humano.