Nadie y los habitantes del olvido.
Una vida sin saber nada de ti…
Y viniste y soplaste en las pavesas y ardió de nuevo el fuego.
Somos piedras en un muro. Y ese muro no se mueve. Somos la sombra del árbol bajo la que se sienta la gente. Somos viento cálido.
Somos… ¿Qué somos?
Más bien fuimos: Ese campamento, esa tarde de universidad, esos fuegos en aquellos sanfermines, ese viaje de estudios, esas fotos en aquel parque, esa misa del gallo, ese verano, y ese río, el Esca, siempre el Esca. A cien metros decía la legislación que nunca cumplimos.
Y fata mencionar esa traición, manicomio de Pamplona, y esa traición.
Y ahora todo tiene otra música y otro color. El color de las serpientes que juegan a hacer política.
Y como todos llevan los trajes ensangrentados, protesta, protesta que te espero lleno de ira para la réplica. Y es que cuanto antes termines, antes abriré los cajones para sacar antiguas cuitas que a nada que las sople, vuelven a ser inflamables.
Bufff, no hay como mezclar especias. Estaba yo recordando socios y se me han metido Alberto y Pedro por medio. Y ambos han dicho que vienen mañana. A seguir diciendo que están perdidos. Porque carisma, precisamente carisma, lo que se dice y entiende por carisma, ni uno, ni otro. Y muchísimo menos sus amigos y amigas, los palmeros. Palmeras, rotunda integración en el coro que toca las palmas y sale de vez en cuando en televisión para pronunciarse en plan altisonante sobre algún tema de candente actualidad. Lo que han olvidado que la importancia de tener trabajo y seguridad social son batallas que no tienen colores y serás del sur, seré del norte, pero nos interesa a los dos. Y las políticas de estado son para avanzar. Así que venga. Un alguien distinto que se incorpore y ni pobre, ni rico, esté con todos nosotros. Piedras de un muro capaz de aguantar el peso de ir todos unidos.
Y así terminó, fueron años hermosos y los que nos vienen, serán parecidos.
©ManuelAcostaMás