Momentos en la España con hablas de aquí y de allá.
En el municipio de Campos se encuentra una playa de protección natural llamada Playa es Trenc. Realmente entre los municipios de Ses Salines, Campos y Santañi, ya que la playa es tan larga que abarca varios municipios y poblaciones. Y allí fuimos temprano, a disfrutar del sol. Una cosa a la que se viene a disfrutar desde todos los rincones del mundo (principalmente sajones y alemanes, pero, ves ojos de personas de todo el mundo). Una suerte entonces para las gentes que viven allí, ya que, sin valorar sus arrugas por vivir y trabajar allí, que entiendo que históricamente han sido muchas y profundas, se benefician. Y entendiendo que ven, como una oportunidad para cambiar sus vidas, el turismo. Dedicando sus esfuerzos, renovados esfuerzos, al turista y sus necesidades de urbanitas irredentos. Así que gracias de verdad como turista que he sido. Pero dejaría de ser yo si no hiciera una observación. Decía mi abuelo que, a robar a Sierra Morena, en recuerdo de siglos pasados donde aquella sierra fue refugio de bandoleros. Y lo decía cuando alguien le quería cobrar más de lo que él consideraba justo. Claro, y aquí entramos en el farragoso mundo de lo que consideramos justo. Ya que justo es lo que estés dispuesto a pagar por aquello que deseas. Entendedme que me centro solo en el reducido mundo de la oferta y la demanda. Pues si vas a una playa desierta, o al fin del mundo, y quieres una cerveza bien fría, si un lugareño te la lleva en burro y te pide por ella, el fondo de pensiones, o el culo, para hacer con él lo que quiera, si tienes mucha sed, pues igual aceptas. En ese descontrol de encontrarte en medio del desierto y viene alguien y te dice: ¿Qué quiere tomar?
Pues mudo me quedé cuando oí cuanto me han pedido por dos botellines de agua fría y una bolsita pequeña de patatas fritas: Díez euros. Y por aparcar ocho. Y por un momento pensé que era rico. No sé si esto que a mí me pasó, le pasó a más gente, pero entiendo que sí. Y dejo la reflexión para el final. Si del paraíso (porque aquel sitio es paradisiaco) hacemos un negocio. No pasarse me parece fundamental para evitar que se hunda. Claro que a los de allí tampoco les importa la opinión de este blanco que se deja la vida por un exiguo sueldo, nada que ver con los sueldos de Europa, donde atan los perros con longanizas. ¡Es una cosa! Y así os lo digo.
©ManuelAcostaMás