Chicos, esperad, que un buen amigo vale más que cien parientes, que decía el Quijote de Cervantes.
Pues esperemos.
Basta levantarse para tirar del día.
Así apoyados los pies en el suelo, recobrándonos de los sueños para empezar.
Y mi pensamiento fragmentado entre los restos soñados y el camino a seguir con todo, sobre todo lo que nos ocupa en estos momentos, hace que despacio, zapatillas y al baño.
Luego allí serán otros pensamientos. Quien te quiere, a quien estás a punto de perder, y qué hay que comprar hoy. Y todo en la intimidad del baño.
Y vas a la cocina, dónde la gata te da los buenos días. Y dices: Menos mal que alguien me quiere. Y le pones el desayuno y desayunas, con ella.
Porque el mundo frío y desabrido espera fuera para devorarnos. Cuando no, coquetear contigo.
Pues supongo que hoy será un buen día. Así iré avanzando esperando al sol. Y no una puñalada en cualquier momento.
Y ya, quizás también, nombre al Papa, de Roma, que murió. Pues ya ven ustedes, no somos nada y nos morimos igual que los que son algo. ¿O debería haberlo dicho en el orden inverso? Lo mismo es. Finitos todos. Pero no olvidéis hacer sonreír a alguien. Calentad un corazón distinto al vuestro. Y saludad con pasión al mundo. Este mundo pequeño que nos rodea. Porque nuestro destino aún no estará escrito, pero quienes nos rodean son importantes. Y yo, tú también, los cuidamos. Susurrando una nana si es preciso.
Porque amigos, amigas, os quiero.
Y ahí os dejo tarea. ¿Seréis capaces de mostrar vuestros sentimientos?
Yo, ya veis dónde dejo mis latidos. Y vuestras almas danzan a mi alrededor.
Probad, e iréis cada día un poco más lejos.
Y es que yo pienso en vosotros, vosotras y me estremezco.
©ManuelAcostaMás