CONSECUENCIAS DE VIVIR EN UN ENTORNO HOSTIL. ( Escrito para los diarios el 23 miércoles, julio, nada de nada….)

Consecuencias de convivir en un entorno hostil.
Y parecerá que hablo de la guerra, pero no. Basta vivir en un lugar en el que no te quieren. Y para esto no hay que irse a ningún lugar, ni exótico, ni extraño. Aquí mismo tenemos ese drama de ser tan distinto que ni en tu casa te quieren.
Y mientras ahí fuera llueven bombas por todos lados. Porque guerras en el mundo hay unas cuantas.
Pero aquí la incomprensión se llama padre, o madre, que no admiten que su hijo sea homosexual, o su hija lesbiana. O el tío calla su adicción al alcohol, que no está bien visto, por mucho que la vida parásita te haya convertido en puto. O tú, que te consideras español entre los bosques vascos, que hasta el rumor del viento en las hojas es en euskera. O vosotros y vosotras infelices minorías étnicas y religiosas que estáis aquí para ser la mano esclava que hace esos trabajos que no queremos. Y aunque los hagáis con mucho cariño, sois inferiores, sin papeles, que, ni se los merecen, ni se los daremos. Y encima delinquen. Si. Y encima roban, violan, matan y en su frivolidad se aprovechan de mil ayudas para seguir haciendo el vago.
Y ese rumor falso va de boca en boca, como verdadero. Creando un ambiente de vida de lo más poco amable para convivir.
Así que contemplemos el verano. Y olvidemos los problemas de la gente. Que no son dueñas de sus vidas, y podemos tratarlos con desprecio. Porque son tan distintos a mí, que asustan.
Los del Sur, los no viriles, las no femeninas, el grupo de especiales, y hasta los ingleses. Otros, que solo vienen aquí a beber. Tan distintos, tan distintos, que ni de niños parecían humanos. ¿Y tú dices que no eres independentista? «Puto facha de mierda» Y a lo mejor es que solo eres español, de esta España de la pandereta, y para ellos te falta ese orgullo de ser, con naturalidad, más de tu pueblo que la propia tierra de tu zona. Que de repente es una nación orgullosa de su historia. ¡Pero qué pocos conocen la historia! Y sólo lo que nos interesa.
A mí, el brotar de las fuentes, el rumor de los árboles, el crepitar del fuego y el gemir de mis mujeres. Me dijo un amigo ¿Y a ti? ¿El son de la música? Pues que sea el del irrintzi remoto para asustar a los enemigos. Terminó de decirme.
Y ve juntando cabezas que piensen en convivir.
Y ve abriendo puertas a la comprensión. Y ve tratando de encontrar dulzura cuando vosotros, gentes de fuera, venís aquí a fundiros con nosotros.
Y no os avergoncéis de vuestros hijos, nunca. Porque esos hijos son poemas. Y como tales, corazones que se sientan a tu mesa en navidad.
No es fácil vivir siempre escondido, siempre a la sombra, siempre en silencio, siempre distinto. Y por eso pienso que, prudentes, debemos acoger a cuantos vienen a pedir ayuda, o una mano, o comprensión. Porque todos somos un mundo con miradas de amor. Y yo os veo, hermanos míos.
©ManuelAcostaMás

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