De estar bien a no estar bien, solo hay una tirada de dados. Porque en tu dinamismo llega una pandemia, una enfermedad, o te rompes, te deja la novia, se muere tu padre, o nunca lo imaginaste, pero tienes un accidente de tráfico y te quedan secuelas de por vida. Porque la vida es así de frágil. Y no digamos nada si tu país está en guerra y tienes que huir y cruzar un mar. Para que en la otra orilla, que no están en guerra, tampoco sean muy amistosos. Y si te mueres mejor que tenemos los campos de refugiados abarrotados.
Pues eso, difícil es vivir bien siempre. Y hereda. Pues será cosa de cada uno, pero todos los infiernos tienen herederos. Porque no hay como tener para repartir, que «tocaban a tres manzanas, pero las tuyas me gustan más» y hagas lo que hagas, aún quieras cambiarlas, los descontentos, te tiraran el cesto a la cabeza, porque a su juicio, la música del reparto, hagas lo que hagas, sonará mal.
Y vive en sociedad.
Conocí a una familia que repartió y no quedó ni la familia. Y eso que parece mentira es lo más frecuente que pasa.
Porque cuando no hay nada, todos con su cuchara del mismo puchero. Pero cuando hay algo. Se mira hasta si el puchero es de plata. Y el que no dice nada se queda el de cobre.
Pero no quiero hablar de esto. Andaba yo con lo de estar bien y no estar bien. Y basta un minuto para que el día se torne negro.
Y te pasas años intentando pintar el cielo de azul y nunca lo logras. Porque sordo el mundo no quiere que sobrevivan. Los que cruzan el mar, digo. Y así nos va, que a nadie le importa nadie.
Tened buen día. Que, a mí, si me importas. Y mucho. Queridos. Queridas.
©ManuelAcostaMás
HABITAME
Habítame Como la lluvia, como la luz, como quieras. En este instante. Soy la misma sed de ti de siempre. Y seré una gran compañía si corres hacia mí. Mi