De los siete amaneceres que vi contigo, cinco fueron protestando. Y ahora dime. Que hay un futuro sembrado de rosas ¡si las odias! Y yo empedrando de oro los caminos ¡pa’ qué! Si soy lobo corriendo por el bosque y tú osa (oso) que lanza piedras y a todo el mundo le dice que las busque. Pues las mías déjalas al sol y que relumbren. Y trabaja la mente para que diga que todo está bien. Y quizás mañana encuentres a alguien en una tormenta y seas capaz de apreciar la belleza de ese momento. Y sin protestar sientas como se calan los huesos y agradezcas a Dios, o al destino, o a quien te plazca, que has encontrado un corazón tan perdido como el tuyo y vas a cuidarlo.
Y vas a respetarlo. Porque nadie es perfecto y yo, menos que nadie. ¿Y tú? ¿Qué? ¿Qué no tienes espejo? Pues no es razón, mira tú reflejo en el agua, o en cualquier mirada. Y verás, si sabes mirar, que nadie es perfecto.
©ManuelAcostaMás