Estate quieto
Esta era una orden tremenda cuando eras niño. Que pretendía que tu alma inquieta se adormeciera y eso no era posible.
Y, a continuación, mi padre siempre añadía, siéntate y lee. Como si sentarse y leer fuera vacuna contra la chispa infantil. Y allí te quedabas tú, sentado en una silla, colgado sin pinzas frente a un libro, o lo que era peor ¡el parte! (Dícese del periódico, o diario, que los antiguos llamaban parte) con la mirada perdida en aquellas páginas que ni entendías, ni querías entender. Lleno de espanto ante el terrible castigo (experiencia) de estarte quieto. Y luego, como cuando ibas a misa y te preguntaban de qué color iba el cura, pues tras la tarea ¿y qué has leído? Y yo siempre respondía parecido; Dice el Gobernador civil que el gobierno de España es una cosa de todos. Y a la siguiente; Dice el Gobernador civil que las provincias deben arrimar el hombro, todas. Y a la siguiente otra cosa que se me ocurría sobre esos temas. Y siempre me miraban entre tiernos y conmovidos y me mandaban a jugar.
Pues hoy en día… El cancionero popular dice: Cada uno a su labor
Y el demonio en casa de todos, decía mi abuela.
Y así sigue todo. Que los que son buenos y bellos lo son de verdad, y los que feos y malos, son feos y malos. Y aquí entramos en la pelea de siempre para perdurar; y tú, más. Y como tu más, saco los cromos y te recuerdo como te salieron los granos y cuántos tenías. Y si no te achantas, te hablo de tu voz de pito, de niño a muchacho. Y así por los siglos de los siglos. Pero del gobierno no me bajo ni con agua caliente.
Pues es que esto de la política se ha convertido en un circo. Y el que se viste con la armadura de caballero, Albertito es su nombre, en fin, que, porque lleva armadura, que es tan poca cosa, que, si no llevara, se lo llevaría el viento. Y dice que lo tiene claro y que no pacta. Pero si no eres capaz de blandir una espada ¿no será mejor que grites ¡a mi Santiago y cierra España! Y a lo mejor los cien mil hijos de San Valentín, el valiente, te asisten. Porque Pedro corazón de león ha dicho que se queda, y por muchos años.
Y ahora sigo con San Fermín. Que ante ayer leí que se lo han inventado.
Pues es que, en esta tierra de infieles y descreídos, nada es sagrado, y así ¡tiembla perro cristiano! que, para tu espanto, hoy serás sacrificado. Y a todos diré que eras masón y me creerán, porque no hay como difamar y levantar bulos para seguir bailando en la hoguera de cualquier aquelarre por la sangre inocente que hemos sacrificado. En este reino sin credo que habló en francés y nadie quiere recordarlo.
Y así divago, un día cualquiera de esos de ir a la escuela…
©ManuelAcostaMás