«Historias del calor extremo»
Salió el día con el calor del Sáhara subiendo y en cuanto el sol asomó el aire empezó a hervir. Se notaba en las horas tempranas que iba a ser un día de calor de justicia. Y no decepcionó. Para las doce del mediodía ni un solo pajarillo cantaba y si las chicharras, dando caña a los oídos que querían un árbol de buena sombra para cobijarse.
Pero en vez de eso me acompañaron a la UPNA, al polideportivo, donde un partido de fútbol, a vida o muerte, se estaba jugando. El ambiente, en materia de aire, irrespirable, porque era denso y caliente, tanto que costaba tolerarlo dentro. El del partido, por el contrario: un gran ambiente familiar. Quizás la mejor entrada del año. Y allí, las familias de uno y otro equipo nos fuimos fundiendo. Y era evidente que bastantes jugadores de nuestro equipo jugaban agalbanados. No así los contrarios que se aclimataron mejor al extremo calor y parecía que llevaban una marcha más. Y eso que eran de Etxarri, en la Barranca, donde se ve el sol menos.
Pues el resultado reflejó lo que os digo, 1-3, un resultado que les permite gozar de ventaja para la vuelta.
Más estoy seguro que nuestro equipo jesuítico tirará de épica para imponerse allí con claridad.
Y ni un comentario derrotista cabe. De gestas heroicas está sembrada la historia. Y el sábado que viene allá se escribirá otra.
Y tocó el pitido final y fuimos recogidos con fregona. En mi caso, quemaduras de tercer grado en esas zonas que nadie se quema más que yo, pero también vimos ambulancia y helicóptero correr a atender a alguna que otra alma que había abandonado a su dueño, en busca de frío a la sombra. Porque en estas situaciones lo mejor una casa con piscina y sombras. Pero esto ¿Quién pudiera? Nosotros los de a pie. Una buena ducha de agua fría, persianas bajadas y luces apagadas. Que así sea. Dijo el vecino. Y de su lámpara mágica salió un café con hielo y sonreí. Y así os lo cuento.
©ManuelAcostaMás
P.D.
Menuda diferencia entre una semana y otra. Y así va el mundo, loco, loco, loco…