Cuentos…
Título:
Las cosas nunca sabes, ni dónde, ni cómo, ni cuando comienzan, pero empiezan y muchas no tienen final.
Acurrucada en su toalla al borde de la piscina me miraba discretamente bajo sus gafas de sol, pero yo que tengo mirada de fotógrafo la vi al instante observándome. Y lleno de franca cordialidad, le sonreí. Y la propietaria de aquella mirada golosa se asustó, no pensaba ser descubierta y su reacción fue ponerse colorada y con sumo interés sacar el bote de crema para darse, como si mirarme hubiera sido casual, pero tanto ella como yo, sabíamos que no. Y mi lobo salvaje, inquieto me dijo: Let’s go. En inglés que sabía que me ponía a cien. Y me fui levantando entre nervioso y automático. Y ya de pie vi que no acertaba a cerrar el bote de crema, mientras pálida parecía pensar una excusa maravillosa para estar mirándome con tanta atención. Pues puede que pareciera ridículo que yo me acercará a una mujer que no conocía, o un exceso, simplemente. Pero la escena parecía de libro: Mujer, chica -un sueño de chica- que recoge todas sus pertenecías de forma apresurada para salir huyendo y hombre con poco de adonis que se acerca bailando su prominente barriga.
Oiga señorita, le dije sin tener claro tampoco que decir. Y se echó a llorar. Pues se hizo el silencio y mi lobo de salvaje a domesticado se atrevió a decir: ¿Te pasa algo?
E hipando como una magdalena me responde: Ya sé que está mal mirar a la gente y no lo tengo por costumbre, pero es que te pareces a un amigo mío y pensé que eras él. Y ya estaba desechando la idea y me sonreíste, y no sabía dónde meterme. Lo comprendo, le dije. Porque aquella faz llorona era superior a mí. E inicié el volverme para regresar por donde había venido. Y me suelta: Pero espera, no acortes este tiempo para conocernos, porque podría ser el inicio de algo bonito.
Pues esto dicho por un hombre a una mujer, igual no va a ningún sitio, pero dicho por una dama a un ser masculino, bastó para que aquel día comiéramos juntos. Y termináramos siendo pareja con hijos que educar. Y así os lo he contado, que siempre es mejor contar cuentos que fumar…
©ManuelAcostaMás