Precepto, no mirar para otro lado

«Los centros de personas con discapacidad en lucha»

Tengo el honor de ser Máster en Educación Especial, y lo recuerdo como una pequeña venganza a todo lo que no ha salido perfecto desde que la Universidad de Deusto me dejó frente al mundo con honores, porque el destino es muy puñetero. Y veo y escucho a gentes hablando con grandilocuencia de cosas de este mundillo, como si fuesen doctos, y no lo son. Así que, visto el teatro, digo: Consideración y respeto. Las personas a las que atendemos lo merecen. Y no como un merecimiento, no como parte de «la pena que me causa» que sea «enano», «tonto» o «paralítico». Porque no son eso, no son sus afecciones. Y no son para tenerles pena. Son personas con todos los derechos, los mismos que nosotros. Y se empieza a Respetar y se empieza a Considerar, cuando lo comprendo. Y lo pongo en marcha. Y no como un favor, sino como las condiciones de dignidad de cualquier persona.

Porque detrás de todas nuestras etiquetas infantilizantes y degradantes, está el hecho incuestionable de que son personas. Tan iguales y tan distintas como nosotros. Con los mismos derechos. Y esto se nos olvida. Por ejemplo: cuando racaneamos recursos para su plena autonomía.

Pero a ellos ni se les oye, ni se les escucha, son «cuerpos» que olvidamos con facilidad hasta que hay que hacerse la foto para decir lo buenos que somos. Porque otra cosa no, pero la hipocresía está en decir que doy y regatear lo que doy. Pensando encima, con un suspiro, que doy mucho. Porque así son los políticos, no atienden ninguna demanda, y sonríen en la foto que dice que han estado, porque piensan que les favorece, y luego sigue todo igual.

Me piden desde un centro donde trabajé, que escriba. No lo pensaba hacer, mi voz siempre estuvo por las personas que ninguneamos. Pero veo que alguien tiene que elevar la voz para decir que estamos aquí. Nosotros, últimos defensores de los que a los que no comprenden lo que es Consideración y Respeto, les parece muy cómico.

Y es muy cómico perder la condición humana al considerar a los demás con menos derechos, o que sus vidas no valen la pena. Porque será «una monstruosidad» pero tiene un corazón humano, siente, y sigue latiendo. Y yo lo cuido. Y tú, debes destinar los recursos suficientes y necesarios, para que se pueda hacer. ¿Y cómo es posible que sigáis pensando que con tres dedos se pueden tapar cinco agujeros? Pues no, por increíble que os parezca.

Y hasta aquí, porque tanto más hablo, más recuerdo las fotos del buenísimo, esas, que a los que hablamos alto y claro, nos hicieron desaparecer.
©ManuelAcostaMás

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