Rituales de madrugada: Escribir
Me dedico a escribir sin intentar ser comercial. Escribo desde siempre lo que me sale de dentro. Atendiendo las necesidades de mi mente, de mi cuerpo y de mi espíritu. Sin más necesidad que la de pausar mis pensamientos para expresarlos de la mejor forma posible. Y en esa forma se crea la magia de decirlo bonito. Intentando ser coherente con mi vida. Intentando ofrecer un relato, una ventana de la vida lo más fiel. Amable porque me gusta, pero sin olvidar todo lo duro que trae el vivir entre seres humanos. Dónde muchas veces, si tu hermana o hermano no te arranca los ojos, es porque ya te los han arrancado los amigos, o un primo, todos esos que llenos de envidia echan pestes de ti a tu espalda. Para espanto tuyo que creías que en casa estaba la felicidad. Y no. Esta la puedes encontrar en los rincones más insospechados de tu existencia. O al menos así lo creo yo, sin horas de levantarme y acostarme, andando entre cementerios y vida real, soñando refugios, imaginando faros y mil versiones del amor, sintiendo el dolor ajeno y el propio, escribo esto nada menos que aquejado de una atroz lumbalgia que me tiene doblado, y recordando siempre que el sol sale cada día. Cada madrugada. Para que atendamos todos los claroscuros que la vida arrostra para nosotros. Valientes maestros de vivir condenados. Porque en la montaña, la playa, la ciudad, este verano, o en aquel invierno en el pueblo, aislados o aisladas y solas, somos capaces de luchar con denuedo por nuestros sueños. Sabiendo que al final del hilo siempre habrá un corazón que preguntará por nuestro nombre.
Primer actor de esa experiencia que es vivir tu vida en primera persona, en vez de escondido, y con ansiedad, porque no te conoces. Y crees que la película de tu vida no se va a rodar nunca. Y no, se está rodando. Eres importante. Y créetelo. Porque sin ti, la noche nunca será tan bella. Tú, el gato, la gata, que maúlla. Y a mí me hace sentir que tengo una patria.
Y así lo digo.
©ManuelAcostaMás