¡RODANDO! (CUENTOS)

Rodando.
Escenario, luces, cámaras y acción.
Con la primera luz de la tarde. El amanecer quedó atrás, la noche será. Y andando por el mundo voy, sin cruzarme con nadie, tan sólo las tormentas y el canto de algunas aves.
Y aquí, el niño que fui, luego el chico, seguido del joven que mutó en adulto, y ahora ese hombre maduro que soy, todos, siguen el caminito siempre sorprendente de la vida. Que para eso es mi frase de WhatsApp.
Pues se preparaba mi mujer para ir a trabajar. Precisamente ahora, esta tarde, y llamaron para ir a un funeral. Al que, obviamente, debería ir solo.
Y lo hablé con un primo mío, y como además de primo, era amigo, accedió a acompañarme. La noticia no gustó en casa que sabían que mi querido primo y yo, éramos un peligro juntos. Pero como el trabajo no espera y discutir era una guerra perdida. Ella se fue. Y yo, a lo mío, funeral con mi primo.
Y esa tarde, esta tarde, primero, fuimos. Pero tras decir lo siento. Mi primo me dijo: ¿Un patxaran? Que te veo abatido.
Y debí ceñirme al primero, pero beber tiene ese peligro. Que estando en el bar nos dimos cuenta de que el funeral estaba a punto de terminar. Pero dos chicas con rostros de ángeles se habían unido a la mesa y no era plan, ni de llevarlas, ni de dejarlas plantadas. Así que como era imposible salir del bar, nos quedamos allí. Quemando el tiempo. Tanto que para cuando nos dimos cuenta eran las cuatro de la mañana y nos estaba echando la camarera. De los clientes del bar sólo quedábamos las dos adorables postulantas a clarisas que nos dijeron en algún momento que eran y nosotros, los primos, naturalmente. Y la mala costumbre de no salir y estar siempre en casa, cien llamadas perdidas de mi mujer. Que por lo visto a las dos había dejado de intentar contactar conmigo. Así que supuse que se habría dormido. Y como la noche está para salir, sobre todo si no sales nunca. Nos fuimos con las niñas a un hotel a bailar, dijo mi primo. Y aunque bailar no se me da bien ¿Quién soy yo para negarme? Si después de todo él me había acompañado al funeral.
Pues en la recepción es cierto que me extraño que pidiera una habitación con cama de matrimonio, mientras a mí, Clarita, me había pedido que abriese la boca y me estaba metiendo su lengua. Pero sabéis eso de que después de un buen rato con ellas, no les puedes negar nada, pues eso, entre los vapores del alcohol y los sueños de muchachos alocados, subimos al cuarto comiéndonos las bocas. Y mi primo igual con la otra que dijo se llamaba Gloria.
Para consolidar la noche. De bailar, no recuerdo. La cama, la ropa quitar, y cuatro, como éramos, en ella, sí. Porque sin darme cuenta follamos con las postulantas a salirse de la congregación. Y sin forzar la cosa hicimos cambio de parejas. Y si una era gata, la otra tigresa. Y las dos, perfectas. A las diez de la mañana, el botones nos avisó de que se cerraba el desayuno. Bufff, pensé. Y dije: Primo, ve pensando una película para contar que la del funeral no nos ampara más que un rato. Y mi primo, sonriendo me dice: Hace una hora hablé con tu mujer, y le dije que estábamos en la playa, porque te vi tan mal, que pensé que un baño en el mediterráneo era perfecto para recuperar el ánimo. Y me dijo que dónde. Y le dije que en Salou. Pues voy para allí, me dijo. Y yo poniendo cara de espanto le digo ¿y entonces? Y mi primo responde, majo, ve pensando esa explicación para cuando vuelva. Porque no te va a encontrar. Pero mientras va y vuelve tu ya no tendrás ojeras, ni resaca y podrás conversar con ella sin ningún sentido embotado. Que yo he tenido una breve ráfaga de solidaridad contigo. Pero mi cerebro no daba para más.
Buff, que divertido, pensé. Y me tire el día pensando.
Cuando la vi, palidecí, venía furibunda. Tanto kilómetro para que estés en casa y ni una llamada. Dijo cegada por la rabia. Y entregándome al teatro, rompí a llorar. Cariño, le dije, ayer estuve en el funeral y después ya sabes cómo es mi primo, que me lio para un viaje al mar que tenía que hacer unas fotos, y sé que a ti te dijo que yo estaba mal, el muy zorro. Y si, desconecte el teléfono. Y hoy después de hablar contigo, se quedó dormido en el coche, y conduje sin saber que venías hasta la playa. Y claro, nos habremos cruzado en el camino. Vaya, pensó la mujer. Y como veía llorar a su marido ¿Qué más se podía decir si todo había sido fruto de la fatalidad? Pues lo de siempre. Si ya sabes cielo, que te tengo dicho que no me gusta tu primo, porque siempre te lía y después… Sí, a la porra mi primo, última vez que le hago caso.
¡Corten!
Qué, la toma es buena, ¿eh?
Si, la verdad. Responde con aplomo el director.
Y así os lo he contado.
©ManuelAcostaMás

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Compartir:

Lo ultimo del blog

LO DIGO BIEN ALTO

De las 630 razones para vernos que se me ocurren, la mancha indeleble que dejasteis en mi alma, toda una balada, es la única que me hace decir: Quedemos y

Enviame un mensaje

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y Google. Política de privacidad y Términos de servicios.
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos y para fines de afiliación y para mostrarte publicidad relacionada con sus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad