«San Batracio y los reinos entre montañas fronterizas» (Cuentos)
Salió el calor a recordarnos que son las tormentas. Y pensé en mi vacío existencial desde que no ando por caminos, montes, calles y carreteras. Pero llegado a este punto, sé que lo llené de palabras. Antes también escribía, pero no con una dedicación tan plena. Y todo por evitar desquiciarme por no andar.
Y contar esto es como ir al baño a desaguar, que a nadie le importa más que a ti. Por muy necesaria que sea esa función fisiológica. O como elegir zapatos. No sé. El caso es que nadie veía mi estado de frustración laboral cuando trabajaba y se me rompió la rodilla. Y el médico, no el boticario, el médico, uno grande, de esos que quedan pocos, me dijo que mi humano corazón no estaba bien y que fruto de ello mi rodilla había dicho: Para. Pues frotaos los ojos, pero es así. Uno vive tranquilamente ahí en la muga, y sus gobernantes deciden que esas tierras del otro lado son difíciles de defender y toma, para ti, estado vecino que tanto te quiero. Y di que tú tienes pastos. Que te dirán que ahora también por medio una frontera. Con lo problemático que es tributar en dos estados.
Pues lo de salud, parecido. Porque uno se rompe trabajando, y entre tuya, y mía, el tiempo va pasando y por mucha lesión que tengas, reconstrúyete tú solo, que las cosas están como para ir pidiendo.
Pues hoy en el autodefinido ponía batracio y hueco para cuatro letras, y pensé en rana y era sapo.
Porque usted querrá que lo arreglen, pero toca esperar.
Y así os lo he contado
Nota:
Antes: Siempre regale mi silencio para que otros pudieran hablar
Ahora hablo, por lo menos en esta etapa en la que no puedo andar.
©ManuelAcostaMás
