Vuelve a encontrarme.
De mi vida lejana rescato las aventuras de Tintín, hay otras cosas relevantes que me hacen ser lo que soy, pero considero esos comics como una iniciación al leer ávidamente cualquier cosa que cayera en mis manos. Una constante de mi infancia y juventud. Luego mi leer se volvió más selecto. Porque creo que en algún momento alcancé el derecho de responderme por qué leía aquello que leía, y seguir por considerarlo relevante. Y es que los millones de libros que hay, aportan tanto, que es imposible abarcarlo todo. Y allí a lo lejos queda también esa necesidad de escribir que tengo y a la que nunca le he dicho vete, porque vino a ayudarme en este ser en escena que soy. Intentando ser siempre una mejor versión de mí, aprendiz de ser buena persona. Si. Aunque parezca que mis pretensiones son un «no se puede». Y quizás, no para todos. Perdidos en la oscuridad de vivir al día. Humanos desnudos adaptándose a las subidas y bajadas de temperaturas, al hambre que siempre nos ronda, a la incomprensión de ser distintos. O a la soledad de vivir tan lejos que no hay nadie. Y nadie pregunta ni ¿Quién eres tú? Ni ¿Qué te propones hacer con el mundo pequeño, cien metros alrededor tuya? no más, no sea arriesgarse mucho preguntar por más.
Pero aquí, en nuestro jardín del Edén, yo sé quién soy y qué quiero. Un mundo mejor, más humano, más amable. Dónde todos quepamos. Incluso los animales. Porque no basta con vivir. Hay que vivir preguntando si estas bien, para si no, mejorarlo. Y eso es caminar en la dirección correcta. Y eso intento. Cada vez que en una curva me preguntan por el bien y el mal. Buscando soluciones para que juntos nos inclinemos al bien. Toda una necesidad.
Y así os lo cuento.
©ManuelAcostaMás