¿Te preguntas dónde estoy? Pues estoy en Galicia. Fue un viaje al extremo del territorio por ver los límites de la tierra. Más abundante tras el mar, pero viajar en este siglo de pestes y pandemias forma parte de expediente «lo conocido y lo aún por conocer». Y Finisterre marca con un faro, el fin del mundo. Y allí fui justamente. Por ver la fusión mágica y romántica de los caballeros de la orden de la vaca navarra, y el lobo gallego. Una institución que acuñaba moneda propia. Y que tuvieron casa en propiedad en muchos lugares del Imperio, claro está que hablo del ¿Te preguntas dónde esto? Pues estoy en Galicia. Fue un viaje al extremo del territorio por ver los límites de la tierra. Más abundante tras el mar, pero viajar en este siglo de pestes y pandemias forma parte de expediente «lo conocido y lo aún por conocer». Y Finisterre marca con un faro, el fin del mundo. Y allí fui justamente. Por ver la fusión mágica y romántica de los caballeros de la orden de la vaca navarra, y el lobo gallego. Una institución que acuñaba moneda propia. Y que tuvieron casa en propiedad en muchos lugares del Imperio, claro está que hablo del español. Porque Imperios ha habido muchos. Sigue habiendo. Y los habrá. Pero yo me quedo con los maestres, y las hermanas templadas de nuestra orden. Tercer lugar internacional de órdenes que sanan.
Y lo hago porque ciento seis semanas después de que me hicieran hijo predilecto, creo llegado el momento de agradecer.
Dicen que fue brutal el concierto de… ¡¿Cómo se llamaba?! Es igual, magnífico. Una puesta en escena jamás vista. Y las entradas cogidas desde hace mucho. Porque cosas así se planifican con tiempo. Me dice mi hija pequeña que de conciertos entiende más que yo.
Y oportunidades formidables como esta ¡Qué menos que comentarlas a los amigos! ¿Verdad?
Pues sí, porque vete a las cruzadas sin decírselo a nadie, y verás como se las gastan allí. Ah que fuisteis cuatro. Importante al menos cuatro para jugar partidas a cartas en los ratos de tedio esperando al cantante.
Me dijo la iglesia católica que el silencio santifica. Y en Roma pedí ver al Papa para comentárselo. Fueron días inolvidables en Roma y eso que no vi al prelado. Pero hay que ser muy necio para no apreciar la belleza de Roma y la compañía. Y eso comentamos, que los muros de silencio son una idea y que mejor, más saludable, la compañía.
Por eso mantenemos los valores de la santa hermandad. Una institución civil, hecha de reservistas, que quedamos de vez en cuando y nos vamos de viaje, si surge la oportunidad, o al cine. Y lo digo, porque hoy por hoy, viajar es una buena noticia. Y me alegro de tu viaje. Y me alegro de tu viaje, faltaría más. Yo no tenía receta, ni entrada, ni pasaje. Y abordando el tema en casa: Me quedo, que tengo los campos por sembrar. Pero ya que vais, le dais recuerdos.
Bueno, que voy hablando solo. Y hablando de más. Y es que la vida en la Tierra siempre fue una guerra. Y de vez en cuando salía uno y decía: Propongo un trato. Y oye, siete años de buena ventura. Para ver los fondos marinos, llenos de vida, y donde dicen que sus especies, han desarrollado sofisticados mecanismos de cooperación. Y me quedo loco. Aquí construimos un imperio y despiadados lo destruyeron. Porque siempre es importante para ganar, dar jaque al rey. Leyes de la evolución. No sé.
¿A dónde fuiste? Me quedé en casa. Como un animal de compañía. Cada vez más habituales.
©ManuelAcostaMás

BAJO EL LEMA… Artículo para los diarios, ya veremos si se hacen eco
Bajo el lema “Cinco razones para juntarnos”, Manuel Acosta Más presentó el pasado 5 de junio en la Biblioteca de Navarra su última obra, Mi centro se llama infierno, la