¿Era una treta?
No nos conocíamos de nada y me enseño un pecho. Hermoso, redondo y con una aureola y pezón que, impactantes, había que ser muy necio para no desearlos.
Y guardo un grato recuerdo.
Las personas hacen cosas movidas no se sabe muy bien por qué. Pero las hacen. Y Laetitia no era diferente al resto. Y así fue como se bajó parte de la ropa para mostrar su perfecto pecho. Con la mirada de un alma caritativa que te está diciendo: Mira.
Y me animé a escribir.
Porque me encantan esos momentos de espontaneidad. Y así os lo estoy diciendo y me dan un pisotón para decirme que de espontáneo nada, que le pagaron por posar así. Y me di cuenta de que era una artista porque parecía una pose inocente. Algo transgresora, pero inocente que me encantó.
Una camiseta que se bajó el tirante, una mirada cargada de intención y unos labios que decían que buscaban compañía.
Casta se apellidaba, y sin escrúpulos, su cuerpo mostraba. La princesa no tenía nada que ocultar. Y a las cinco de la mañana a mí me pareció que una mujer como ella, bien vale una misa. O al menos siete. Si te mira. Tira de tu cordel. Y te dice: Ven.
Porque por una diosa uno hace lo que sea necesario. Llámame Laetitia o cómo se llame la que usted eligió para casarse.
Y así os lo cuento
También, a la intemperie.
©ManuelAcostaMás

BAJO EL LEMA… Artículo para los diarios, ya veremos si se hacen eco
Bajo el lema “Cinco razones para juntarnos”, Manuel Acosta Más presentó el pasado 5 de junio en la Biblioteca de Navarra su última obra, Mi centro se llama infierno, la