FILIBERTO Y SU BARCO PIRATA (CUENTOS)

Filiberto y su barco pirata.
Soy un guerrero de la noche. Que se confunde entre, búhos, lechuzas, murciélagos y lobos. Hijo de la luz que se convierte en amigo de las sombras antes de la madrugada. Y aquí empieza el cuento.
Tati y Patty eran dos mulleres que dirían en Portugal, que trabajaban juntas. La una del Este, la otra de Occidente. Y, sin embargo, juntas les tocaba trabajar. La idea del empresario, como siempre.
Pues sucedió que apareció un, vamos a ver si consigo describirlo, porque no era ni científico, ni policía, ni panadero, ni siquiera cura, o santón de esos de barba larga. Y se movía en barco, así que diría marinero, pero aquel barco era una nave espacial del capitán Filiberto, un orgulloso pirata de los cielos estelares. Así que, de nuestro amigo, solo podemos decir que era artista porque escribía. Y eso no es fácil. Buenos días, dijo entrando en la gasolinera, que era donde estas dos muchachas trabajaban. Exacto, le respondió Patty, eficaz cobradora. Sin embargo, Tati, respondió a su vez, buenos días. Y se puso a hablar con él cliente. Y le explicó que allí ellas solo disponían de gasolinas y gasoiles y si te enchufabas, de electricidad. Pero que nada de querosenos, o hidrógenos líquidos, o tretraóxidos de nitrógeno, o hidrocinas. Y nuestro amigo sonrió. Y le dijo: Con los años, nuestro capitán ha ido adaptando la nave y es eléctrica, así que si tenéis un cargador universal valdrá.
Y como así era, se enchufaron. Cinco horas más tarde seguían cargando. Una nave espacial no es un coche. Y sin embargo se cargaba parecido, enganchándose a la red. Pero más rato.
Sin embargo, a poco de la carga completa, la ciudad sufrió un apagón. Y nave y estación de Servicio se quedaron sin luz. Luego se enteraron que el país entero. Filiberto quería ir a Andrómeda y necesitaba la carga completa. Así que mandó esperar. Cinco horas después se restableció el suministro. Y en ese tiempo, nuestro amigo y Tati, intimaron. Ella era majísima. Y él, todo un caballero. Beato, cuando lo requería la situación. Lobo, cuando era necesario.
Sabedlo.
Pues establecida la relación ¡Qué majo eres!¡Qué bien me caes! Eres linda, dulce y un encanto. Gracias.
Se besaron. Un beso casto, de mofletes, para sellar el pacto. Y siguieron hablando dos horas más. Justo el tiempo de llenado completo. En ese tiempo Cupido no fue. Estaba arreglando el arco. Pero entre ellos sí que la llama del calor humano se había encendido. Y se despidieron porque Filiberto tenía prisa y había que irse.
Así ocurre muchas veces. Uno llega, y de repente ve unos bellos ojos, y amiga, es tiempo de irse. Porque bien te veo, pero para qué, si soy de otro planeta.
Y así os lo he contado
©ManuelAcostaMás

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